Historias de Romanticidios y otras Tragedias - El Fruto de La Rosa

El fruto de la Rosa

Una rosa carmesí obscura de rojas pasiones, quería algo, es que ella era muy apasionada, y no de enamoradiza o de lujuriosa, sino que ella tenia cierta debilidad para el amor. Si bien no tenia ojos para ver, podia sentir y escuchar, y ella sabia que el amor era hermoso, que era dulce como la miel, intenso como el fuego, suave como el chocolate derritiendosé...Pero ella nunca lo sintió, ella quería sentirlo en la propia piel de sus suaves petalos de rosa.
Su deseo más puro e íntimo era ser la materialización, del acto y el deseo, que transmite el amor.

Jamás fue regalada. Ella tenía un gran resentimiento con respecto a ello, ya que sentia que nadie la quería, aun cuando muchos eran cautivados por su belleza en silencio, por la gran admiración que provocaba, y gracias a eso, nadie se animaba a cortar el tallo, de tal hermosura, aunque esto es lo que precisamente la rosa odiaba. Ella sufría de una desolada soledad.
En un día nublado de otoño, un muchacho, Augusto, desafortunado en el amor, contempló la belleza de la flor, quedándose absorto por unos momentos, se sentó al lado de esta Rosa a acariciarla, rompiendo el silencio mientras decía: “Oh… que hermosa, si tan sólo podría encontrar la persona que reciba a este dolido, y ansioso corazón, le podria entregar esta hermosa rosa; ...seria el mejor regalo que podría hacer” La rosa se estremeció, sintió el dolor de tanta pasión al amor que tenia aquel joven desafortunado, sintió pena por él, pero prosperaba de alegría ante tales palabras, el único valiente que se atrevía a rendirle un ciego tributo a ella, como a ello a lo que tanto anhelaba; y disponiéndose de ser entregada en tal acto de belleza.
Después de algunas eternas semanas, él, aquel desafortunado, conoció, quizás a su salvación. Ella era una adolescente como él, pero muy particular; Su aspecto era frágil y bello, pálida, profundos ojos obscuros, sus cabellos eran negros lacios, y acariciaban sus hombros, poseía una mirada melancólica,suave, extensa, y dulce, y preciosa. El tipo de persona que sino fuese por su belleza y carácter ,no te darías cuenta que existe, como si fuera un mar calmo.
El la contemplaba susurrando por debajo, y dibujándola, asimilando su belleza a la de la luna. Me olvido de algo… Su nombre, era Angélica. Ella el quitaba el sueño por las noches , su corazón clamaba por ella, queria abrazarla, decirle lo tanto que la amaba, la deseaba en silencio aunque su corazón se ahogaba en sus propios gritos, y él… pobre, tenia tanto para dar…

Un fin de semana se encontraron en un café, y no dudaron en saludarse, a pesar de que Augusto padecía de una timidez casi crónica ; hablaron naturalmente por dos horas, de lo que generalmente nadie habla por dos horas; Ellos tenían una pasión oculta y escondida, se miraban a los ojos, y algo entre ellos ardía, eran tan parecidos, sino fuera que ellos estaban hablando como dos desconocidos, cualquiera hubiera advertido algo. Aunque realmente, Augusto no sabía lo que sentía , y ni lo que pensaba Angélica ya que siempre poseía un melancólico rostro casi enigmático, aun cuando estaba de buen humor.
... Nadie podía negar, que entre los dos hacían un corazón que se escuchaba y latía fuerte, sus miradas parecían perdidas en el abismo... pero no lo eran, eran miradas dirigidas con la precisión de una flecha y a la velocidad de cada latido, un disparo mortal al corazón. Un fin de semana, que él sentía que no podía respirar, enfrentó su timidez, la llamó, y la invito a salir, aunque el tono de su voz se sentía como si quisiera llorar. Ese día estaba decidido, a ofrecerle, sobre sus manos el regalo más bello y hermoso, que alguien le pudiera a ofrecer a una doncella, un acto de arrojo, y amor. Y Valor.

El salió con una sonrisa en su rostro pensando en el anochecer mas calculado y perfecto de su vida, hecho con su propio corazón. Augusto fue unos minutos antes a buscar la rosa. Ella la estaba esperando ahí. Nunca se vio tan bella y hermosa, y de una forma tan indescriptible, se sentía tanto apasionamiento de aquella flor; la tomó dulcemente entre sus dedos, se quedó observandola un rato, sonriendo como tonto enamorado... Vio su reloj y fue hacia el lugar acordado con aquella bella joven.Estaba pensando en ella, y en ella, y en ella, su corazón parecía hablar por el ímpetu de sus latidos, nunca se sintió tan exaltado, con tanto, con tanto amor en él.

Él llegaba, y con una total desesperación de aquel mortífero acto: se arrodilló, como si lo estuviesen matando. Su corazón se rompió en pedazos, y sin aire se quedo, miro la rosa que tenía entre las manos, y sintió como goteaba. El no lo creía, no lo creía, no creía eso de Angélica que de alguna manera implícita sentia como a el se lo traicionaba, Que estuviese besándose con otra persona, que no era él. Se quedo mirando de reojo; le murmulló a la rosa y actuaba como si la abrazara, Quedo en silencio se escondio de su propia verguenza, y volvío donde habia pertenecido la rosa durante tanto tiempo...

La flor, sentía pena por él, mucha pena, y tristeza, sabía que no merecía eso, ya que con tanta inocencia y con tanto amor, le rompieron su corazón en pedazos , aquél que ciegamente se entregaba en silencio, y con una sonrisa de entre sus labios.Ella a pesar de que su anhelo más profundo no se iba a cumplir, ella sacrificándose en un acto de amor, le dio su fruto. Le dio un corazón, aquel corazón le brindaba el olvido de aquellas penas, le daba aire, le ofrecía vida, y le regalaba algo más: La posibilidad de amar a la persona que se lo mereciera, y quizás la libertad de equivocarse otra vez.
La flor a pesar de que no cumplió su deseo, y que murió dando su fruto a aquel muchacho, no fue la materialización de un acto de amor; sino que fue, el propio acto de amor.
La rosa murió, convirtiéndose en un corazón, que por siempre vivirá en él.

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