Testamento de emociones

Quisiera dormir, Nunca despertar,

Si no es con un beso en mi frente.

Fácil caer, difícil levantar,

Hasta que me cuesta caminar,

Sabiendo que nada mis pies sostiene.



Yo quisiera ser durmiente,

Despertarme con una sonrisa ajena,

Esas cuales me reflejan, Cuales me llenan.

Mientras ahora mi corazón sufre de hemorragia,

Pero yo, yo intento pero no puedo pararla,

Será que solo con mis manos no alcanzan,

A cubrir estas mortales heridas del alma.



Y yo solo, desilusionado,

Tratando de rasguñar las paredes,

Para poder aire puro respirar,

No puedo ahogarme más que en vacío profundo,

Y aunque no crea en él,

En el mismísimo infierno tener que despertar.



Y yo forzando mi sonrisa, para que salga

"Algo de mi felicidad"; teniendo mis labios atrofiados,

De no dejar sobre mí, tener que mentir tanto,

Porque la verdad estoy tan triste,

Que una flor que no floreció en primavera.



Y yo de pie, y al mismo tiempo sentado,

Es porque yo soy el Lunitario,

Con negras alas de mariposas, y no de ángeles egoístas,

Tratando de absorber el aire nocturno, para poder alimentarme,

Es que aunque lo intente no podré.

Sólo me puedo reflejar en mi sombra,

Aun teniendo el espíritu, y la belleza en mi pecho,

De la Doncella, pareciendo no tener más que sufrimiento.

Aún siendo príncipe de la noche me siento tan desposeído,

Tan vacío como el del medio.



Ya no puedo escapar, yo sé que tendré que enfrentar,

Pero siendo veterano de guerra de la muerte y soledad,

Pareciera ser yo no más que un soldado raso obligado,

Ir al frente y a la muerte luchar,

¿Por qué siento tanto temor, porque me estremezco?

Si han pasado siglos, ya habiendo enfrentado al mismo monstruo!

Que siempre amenaza dejarme de rodillas una y otra vez

Pero siendo así, y ahora, se ve que me está ganando la pulseada,

Y yo nervioso, más que llorar mi soledad, no puedo hacer nada.



Me despierto en un grito nocturnal,

Mirando mi mirada en el espejo,

Sentado tratando de abrigar mí pecho,

Con miedo real de morir de hipotermia,

En un rincón, de espaldas al muro blanco,

Y yo solo me pregunto ¿¡Que hago!?

Sólo ¿¡¡QUE HAGO!!? No sé, que hago.


Y yo con un arma oscura y negra en mis ojos,

Ya no quiero fingir, no voy a sonreír,

Si hace tiempo que ¿No ven que muero por dentro?

Es cierto que los labios atrofiados tengo por tanto actuar,

Pero no puedo hacer más que mi desolación... Expresar.



Este es mi testimonio de tristeza,

No quiero ser una vela,

Que se consume sin llama,

No quiero ser un poema,

Que no sea leído.



Yo levantándome cada vez más herido,

Y con mucha más dificultad,

Caminando con golpes bajos al pasar,

Tratando de no perder mi compostura,

Hay, hay, hay que difícil me es,

No poder respirar,

Tratando de alcanzar, un poco de alivio,

A todo mi dolor, que no deja paz.




Lunitario)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Desolvido

De viaje

Cangrejo, mi verdad